Dime qué número calzas y te diré el tipo de rey que eres
By Jean-Albert Morlard
En el capítulo “la sorprendente historia de las ruedas inflables” de su libro “Los números no mienten“, Vaclav Smil habla de los inicios de la utilización del caucho en los neumáticos de las bicicletas.
“…No hay mejor ejemplo de esto que la rueda inflable, inventada por un tal John Boyd Dunlop, un escocés que vivía en Irlanda. Su patente británica se remonta a más de 130 años, al 7 de diciembre de 1888.
Antes de Dunlop, la mejor opción era la rueda de caucho macizo, disponible desde que el proceso de vulcanización de Charles Goodyear (patentado en 1844 y consistente en calentar caucho con azufre para incrementar su elasticidad) hizo posible la producción de caucho duradero…
…Dunlop ideó su prototipo en 1887, para suavizar la traqueteada experiencia de su hijo al montar en su triciclo… Sin embargo, como ocurre con tantos inventos, la patente de Dunlop fue invalidada porque resultó que otro escocés, Robert William Thomson, ya había patentado la idea, aunque nunca llegó a fabricar un producto práctico.
A pesar de ello, el invento de Dunlop estimuló el trabajo en neumáticos más grandes para el recién inventado automóvil…”
¿Cuántas veces he podido preguntarme quién había podido idear tal cosa o tal otra?
En nuestra vida cotidiana, utilizamos numerosos objetos que nos son tan familiares que olvidamos que fue alguien, algún día, que hizo hervir su mente para mejorar la vida de los demás. A veces, este alguien dejó su huella en la Historia, incluso de forma inmerecida, pero muchas veces, son personas que la posteridad ha prácticamente olvidado. Prueba de ello: ¿quién de nosotros puede hablar de un objeto tan útil como el tenedor? ¿Quién se ha parado a pensar en qué momento alguien puso tinta en un tubito para que se convirtiera en un bolígrafo?
Detrás de cada invento, como lo es en el caso de Dunlop que quiso mejorar la vida de su hijo, hay una historia personal, una vida. Suelo escuchar un programa radiofónico sobre Historia en el cual una sección se llama “retorno a los orígenes”. En los últimos días, por ejemplo, el columnista se ha interesado por cosas tan diversas como el Baby-phone, el filtro de los cigarros, la anestesia general, las palomitas en el cine o la nieve artificial.
¿Qué tienen en común cosas tan diversas? Haber cambiado la forma en la que el ser humano actúa en determinados momentos de su vida; a veces, aparentemente para bien (¿quién no prefiere ser operado con anestesia?) y, otras veces, aparentemente para mal (personalmente, acudo cada vez menos al cine porque no aguanto que se hayan convertido en merenderos).
Estaréis probablemente pensando qué mosca me ha picado, a qué viene todo eso. Pues la respuesta es sencilla: cada x tiempo, SG – anteriormente citada en algún post – me sugiere sutilmente que le gustaría tener un post de opinión para publicar. Esta vez, por lo menos, me orientó. Gracias.
– ¿Por qué se llama pie de rey al calibre?, me escribió.
– “Mira, buena pregunta”, pensé.
A priori, parece sensato pensar que el origen viene de la medida del pie de algún rey olvidado. Pero, a menudo, entre la obviedad y la realidad, hay un mundo así que me decidí a investigar sobre ello.
En primer lugar, fui a comprobar la definición y, entre “pie de paloma” y “pie de tierra”, la Real Academia Española no dejó lugar a duda:
pie de rey
1. m. Mec. calibre (‖ instrumento de precisión)
calibre
Del fr. calibre, este del ár. clás. qālab o qālib, este del pelvi kālbod, y este del gr. bizant. καλόπους kalópous ‘horma’.
3. m. Mec. Instrumento de precisión para medir longitudes, como diámetros, espesores y profundidades.
El pie de rey, en función de sus características, permite medir tamaños que van desde centímetros hasta fracciones de milímetro. Además, se pueden tomar diversas medidas como las externas, internas y todo tipo de profundidades. En el caso de JIOrings, un calibre sirve a sacar las medidas de las juntas de estanqueidad.
Acto seguido, decidí investigar en la página web de Mitutoyo, la marca más famosa de instrumentos de precisión, pero no encontré nada. Afortunadamente, hoy en día, internet es nuestro salvador – siempre cuando sabemos utilizarlo con parsimonia y cabeza. Encontré diversos blogs y páginas web industriales que hablaban de la denominación y del origen del pie de rey pero ninguna fuente realmente histórica así que pido disculpas por antelación si cometo alguna imprecisión. ¡Sería el colmo en un post sobre como este pero bueno! Después de haber recopilado información, ¡os desvelo en primicia mundial el fruto de mis conclusiones!
Lo que más me llama la atención es el nombre calibre “Vernier” que nunca había oído. Según parece, es bastante común que se llame así al instrumento medidor. Y, efectivamente, según la enciclopedia universal Larousse, Vernier, del nombre del inventor y geómetra francés Pierre Vernier (1580-1637), es un dispositivo de medida junto a una escala derecha o circular cuyo uso facilita la lectura de las fracciones de división. El pie de rey también se conoce como calibrador y cartabón de corredera.
Antes de la revolución francesa que estableció el metro como unidad de medida, se utilizaban varias formas de medición como los pies o los palmos, sistema que perdura en su forma moderna en el mundo anglosajón.
Evidentemente, un pie no medía lo mismo en la península ibérica que en las islas británicas así que era un sistema empírico basado principalmente en la medida del pie del rey del lugar. Hoy en día, el calibre que se usa para medir longitudes se llama pie de rey por referencia a esta antigua medida. El pie de rey moderno se atribuye al norteamericano Joseph Rogers Brown quién consiguió proponer un instrumento práctico, preciso y asequible en 1851.
Más antiguamente, el primer instrumento de características similares fue encontrado en la isla italiana del Giglio (famosa hoy en día por el aparatoso naufragio del barco de crucero Costa Concordia en 2012) con una datación estimada al siglo VI antes de Cristo. Se halló también en China, procedente del reinado de la dinastía Han, un instrumento parecido hecho de bronce con una inscripción del día, mes y año en que se realizó. Pero, según diversas fuentes, el verdadero inventor del pie de rey fue el astrónomo y matemático portugués Pedro Nunes (1502-1578) quién inventó en 1514 el nonio, un dispositivo de medición que permitía, con la ayuda de un astrolabio, medir fracciones de grado de ángulos no indicadas en la escala de los instrumentos. Vernier, por su parte, inventó un siglo más tarde una regla de cálculo muy precisa basada en el nonio inventado por Pedro Nunes. En la actualidad, esta escala se suele denominar Vernier pero en la rama técnica industrial, el nonio es el término más utilizado.