En JIOrings nos dedicamos a las juntas y somos solidarios: aquí os dejamos una interesante entrevista con uno de los fundadores de Born to Learn, una ONG con la que colaboramos.
Somos JIOrings. Como nos gusta decir, la forma más rápida de encontrar una junta. En nuestros almacenes hay 23 millones de juntas tóricas, un millón de quad rings, 350.000 anillos anti-extrusión, 130.000 v-rings, 50.000 collarines, 50.000 metros de hilo tórico, 50.000 rascadores y muchas, muchas cosas más.
Como ves, estamos a tope. Sin embargo, aunque nuestras estanterías rebosen, siempre dejamos en ellas un hueco libre. ¿Sabes para qué? Para la solidaridad. Uno de los proyectos en los que colaboramos es la ONG Born to Learn, que centra sus esfuerzos en ofrecer un futuro mejor a los niños de una comunidad del norte de Tanzania (África). El trabajo que realizan es admirable y refuerza la fe en el ser humano. Echa, si no nos crees, un vistazo a este vídeo.
Hemos entrevistado a uno de sus fundadores, Asier Urrutikoetxea, y nos ha contado cosas muy interesantes. Por ejemplo, que de Tanzania se traería a su tierra, el País Vasco, el pole-pole; despacio-despacio. “Todo se hace sin prisa y creo que es muy pero que muy saludable”, asegura.
– ¿Cómo y cuándo surgió Born to Learn?
– Hace algunos años rastreé la red para encontrar un sitio donde pudiera colaborar como voluntario, y me costó muchísimo encontrar algo donde no me cobraran por ayudar. ¡No me podía creer que por eso, por ayudar, tuviera que pagar un dineral por semana o mes!
Tras una primera experiencia con una ONG que trabajaba en Moshi (Tanzania), que no cubrió mis expectativas de ayudar al realmente necesitado, me junté con otros tres voluntarios y decidimos hacer algo por nuestra cuenta con los niños que veíamos diariamente en las calles en horario escolar.
Gracias al Pastor Emanuel, conseguimos contactar con las familias y empezamos a impartir clases a 50 niños. Pusimos ese límite porque solo éramos 4 voluntarios que no hablábamos suahili y que queríamos ofrecer educación de calidad sin desgastarnos demasiado. Pero cada día se acercaban 4 ó 5 niños más que querían formar parte del proyecto, hasta que llegamos a las 70 solicitudes. No dábamos abasto y no tuvimos más remedio que cerrar listas; con mucha pena, porque seguían llegando y llegando…
Tras dos semanas de prueba en un lugar que nos cedió amablemente el Pastor Emanuel, y sin ninguna vinculación religiosa, decidimos conocer la opinión de los niños y sus familias para saber si realmente nuestro trabajo estaba siendo útil. Como todos los padres y madres estaban encantados, y los niños y niñas, también, decidimos empezar en enero de 2011 en serio. Así nació Born to Learn.
Muy pronto empezamos a recibir donaciones de amigos y familia, gracias a las cuales pudimos escolarizar en colegios públicos a los que ya sabían leer y escribir; contratar dos profesoras locales que nos ayudaban con el idioma para dar clases al resto de los niños que no pudimos escolarizar; y contratar una cocinera que preparara una comida en cada recreo para complementar la alimentación de los pequeños, ya que muchos solo comían una vez al día.
Una vez agotadas todas las donaciones y las ideas para conseguir dinero y dar continuidad al proyecto, surgió la idea de Karibu Hostel, un hostal que nos aporta unos ingresos mensuales.
– ¿Quién está detrás de Born to Learn?
– Actualmente lo gestionamos Samantha Peñalver y yo, y contamos con la ayuda de una coordinadora de campo, Elena. Y detrás está toda la red de voluntariado que ha pasado por Born to Learn, personas que realizan acciones solidarias para recaudar fondos.
Hemos recibido donaciones de empresas e instituciones. JIOrings nos ayuda con una donación mensual; una familia, con una anual; el ayuntamiento de Galdakao ha hecho hasta la fecha dos aportaciones, una de 6.700 euros y otra de casi 6.000 euros; el ayuntamiento de Zalla nos dio, para la construcción de la escuela, 18.000 euros; y luego están los ingresos generados con el Karibu Hostel. También hemos tenido donaciones puntuales, como la de la escuela de Zurbaranbarri, de 1.700 euros. Y, por supuesto, donaciones solidarias de amigos de Samantha y míos o de amigos de voluntarios que han participado en el proyecto in situ.
– ¿Cuál es el objetivo del proyecto?
– Construir una escuela en la comunidad de Mvuleni para que no haya ni un sólo niño sin escolarizar. Aportar nuestro grano de arena en la consecución de la enseñanza primaria universal, uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados por la ONU para el 2015.
– ¿Qué te movió a crear Born to Learn?
– Siempre me ha gustado visitar lugares lejanos y ayudar a las personas. En Tanzania, vi y sentí realmente la necesidad de intentar hacer algo por aquellos niños que no tenían la oportunidad de ir a la escuela; empezamos poco a poco y se fue haciendo una bola más grande. ¡Y en ello seguimos!
– ¿Qué definición harías de ti mismo?
– Soy una persona sociable con ganas de conocer mundo y ayudar en todo lo posible a los demás.
– ¿Cómo te ha cambiado la vida Born to Learn?
– Antes me aburría mucho, ya no. Born to Learn me llena plenamente. Dedico más horas al proyecto que a mi propio trabajo de maestro. Siempre hay algo que hacer: responder emails a posibles voluntarios o turistas que llegan al hostal, actualizar la web, buscar financiación organizando eventos solidarios, rifas solidarias, mercadillos… Todo esto desde casa.
Y cuando voy a Tanzania, el trabajo se triplica. Gestiono el proyecto, el hostal, la bienvenida a nuevos voluntarios, realizo el seguimiento de los niños patrocinados, doy clases, participo en la construcción de la escuela, aprendo albañilería… No tengo tiempo para aburrirme.
Todo este trabajo tiene una enorme recompensa: la sensación de bienestar que produce el saber y sentir que la gente local (los niños y niñas, sus familiares y todos los del pueblo en general) te aprecia, porque estamos colaborando con ellos en mejorar sus vidas y las nuestras.
– En breve vuelves a Tanzania. ¿Cómo te preparas para una experiencia como la que supone cada nuevo viaje a África? Sobre todo ahora, que viajáis en familia.
La verdad es que hay bastantes cosas que preparar. Desde renovar nuestro pasaporte a sacar el nuevo a nuestra pequeña Afrika (nombre de su hija).
Actualizar el calendario de las vacunas, sacar unos dólares para la llegada, dejar atados todos los temas burocráticos, hacer las maletas, pensar qué llevar y qué no, qué no hay allí para llevar de aquí: jamón, atún, pipas, gafas de buceo para nadar, tapones para los oídos, vino, patxaran… Una lista muy larga.
Antes, la preparación era muy sencilla porque yo con cuatro trapos voy listo, pero al ir con una niña de un año… La logística se complica: el carro, la cuna, el carro del coche, la mochila, los pañales, toallitas… Vamos a ir hasta los topes, pero la experiencia en familia merecerá la pena.
– ¿Cómo será vuestro día a día en Tanzania?
– Tranquilo, al ir con una niña tan pequeña. No estaré al ritmo de otros años en los que dedicaba las 24 horas al proyecto. Posiblemente alquilemos una casa, en vez de quedarnos en el hostal, ya que allí hay mucho ajetreo y queremos estar más cómodos.
También alquilaremos un coche, en vez de montarnos en daladalas o camiones como hacíamos antes, por seguridad y comodidad para Afrika. De ahí iremos al proyecto varios días a la semana a apoyar en las clases y en la construcción de la escuela, y disfrutaremos de la magnitud que toma el tiempo en Tanzania.
– De la forma de vida en Tanzania ¿que te gustaría que tuviéramos en nuestra sociedad? ¿Y que exportarías allí de los vascos?
– El pole-pole (despacio-despacio). Todo se hace sin prisa y creo que es muy pero que muy saludable. Y como buen vasco, exportaría nuestra gastronomía.
– ¿Cómo se puede colaborar con Born to Learn?
– Viniendo a Tanzania y ayudándonos con las clases, con la construcción, en el área sanitaria, de agricultura…; alojándote en tu viaje a Tanzania en Karibu Hostel, un lugar ideal si vas a subir el Kilimanjaro, hacer un safari por el Serengeti o visitar el cráter del Ngorongoro, por ejemplo; haciendo una donación (más información en www.borntolearn.eu); o ayudándonos a vender papeletas para una rifa solidaria, en diciembre, de un coche clásico, un Volkswagen Beetle de 1961, o comprando alguna.